22 de Abril de 2024

Instalaciones de la UDIT

La Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología (UDIT) ha inaugurado el Campus Internacional de Tecnología y Ciencias Aplicadas, un edificio de más de 7.000 m2 ubicado en la calle Alcalá, una de las arterias principales de Madrid.

Tras más de 20 años liderando la vanguardia educativa, UDIT vuelve a revolucionar el sector con el Proto Space, un laboratorio de tecnología, ciencia, innovación y materiales de más de 1.000 m² que se situará en la cuarta planta del nuevo edificio
de la calle Alcalá.

En este gran laboratorio de creación e innovación los alumnos dispondrán de tecnologías y equipos de última generación como brazos robóticos, cortadoras de control numérico (CNC), impresoras 3D, mesas y hornos de soldadura para desarrollar microelectrónica, weareables y robótica para la Industria 5.0, tecnologías para desarrollar vehículos autónomos, entre otras.

UDIT Proto Space se convertirá en un espacio pionero y sede de empresas, clústeres tecnológicos y centros de ciencia y tecnología de toda España donde estudiantes y empresas convivirán en este espacio creando una atmósfera de innovación y colaboración única.

Alumnado de la UDITEl nuevo campus de Tecnología y Ciencias Aplicadas será la sede, además del Proto Space, de tres nuevos grados de tecnología: el Grado en Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial, con un plan de estudios que profundiza en la parte técnica de programación y algoritmos de la IA; el Grado en Desarrollo Full-Stack, único grado que combina simultáneamente la programación front-end y back-end; y el Grado en Matemáticas Aplicadas a la Ingeniería de Software, primer grado en Matemáticas 100% aplicadas a la programación.

Estas formaciones nacen para romper el paradigma actual de universidad y satisfacer las necesidades actuales de las empresas. A través de un plan de estudios actualizado y diseñado en colaboración con profesionales del sector, empresarios y ceos y una metodología learning by doing los alumnos se convertirán en profesionales capaces de dar respuesta a los retos y necesidades actuales de nuestra sociedad.

Este campus, de más de 7.000 m², acogerá otras titulaciones pertenecientes del área de Tecnología y Ciencias Aplicadas, como son el Grado en Diseño de Producto, y los Másteres de UX, Diseño de Producto e Inteligencia Artificial de la Universidad.

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Por @Wicho — 22 de Abril de 2024


Pablo tras recibir su parche de Alexander Gerst, el mentor de su grupo; sus alas de astronauta de Daniel Neuenschwander, el director de Exploración humana y robótica de la ESA; y con su diploma esperándolo en manos de Josef Aschbacher, el Director ejecutivo de la ESA – ESA TV

Poco más de un año después de haber empezado su entrenamiento la promoción de astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA) de 2022, seleccionada de entre las aproximadamente 22.500 personas que se postularon, acaba de graduarse. Así que ya son oficialmente astronautas de carrera de la ESA. Forma parte de ella Pablo Álvarez, el primer nuevo astronauta español en mucho tiempo. Así que como no todos los días se gradúa un astronauta español nos hemos ido al Centro Europeo de Astronautas (EAC) en Colonia para hacerle una entrevista.

¿Cuál ha sido la parte más difícil del entrenamiento?

Creo que la parte más difícil es la variedad de disciplinas que tienes que abarcar. Desde la parte teórica, en la que hemos tenido biología, comportamiento y rendimiento humano, ingeniería aeroespacial con todos los sistemas espaciales que te puedas imaginar, hemos tenido partes de mecánica orbital, de astronomía, de cosmología, sistemas de la Estación Espacial, materiales, estructuras…

Y ruso.

Hemos tenido ruso. Hemos tenido que aprender ruso. Fueron casi dos mes de intensivo en ruso para poder aprender el mínimo. Mientras sigan las cosas igual con Rusia en principio ningún astronauta europeo volará en la Soyuz pero en la Estación Espacial Internacional sí que tienes que convivir con cosmonautas.

¿Y la parte más sorprendente?

Pues quizás la parte más sorprendente fue el vuelo parabólico y la primera sensación de microgravedad. Lo hicimos hace una semana y está muy, muy reciente. La primera parábola, cuando te despegas del suelo y de repente estás flotando y los brazos no reaccionan igual y las piernas… Es como que nada pesa. Es increíble. Tienes que aprender a moverte otra vez, es como volver a aprender a caminar de alguna forma también.

Ya empieza a quedar lejos, pero, ¿cual dirías que fue la parte mas difícil del proceso de selección?

Pues quizás la primera y la segunda rondas. Siendo muy distintas fueron muchos exámenes.

La primera era más a nivel técnico y de cómo funcionaba tu cabeza, pruebas psicométricas. Fueron casi once horas de pruebas. Y la segunda eran más a nivel psicológico pero también estuvimos aquí diez horas con muchas pruebas distintas, con muchas entrevistas, psicólogos, psiquiatras, tests que tenías que rellenar.

Quizás esa es la parte más dura del proceso de selección: todo seguido para asegurarse de que rendías igual de bien al principio que al final, que eres capaz de mantener esa concentración durante muchas horas bajo presión y situaciones inesperadas continuamente.

Si no estoy equivocado cuando decidiste estudiar ingeniería aeroespacial no tenías pensado ser astronauta. ¿Cuándo y por qué tomaste la decisión?

Yo había soñado con ser astronauta de pequeño, pero como cualquier otro niño, ¿no? No había dicho en ningún momento «yo voy a ser astronauta.» Claro, ¿qué niño no dice yo también quiero cuando le dicen que puede salir del planeta o que ha habido gente en la Luna? Hubo una época de pequeño que estaba apasionado por el espacio y que me encantaba. Pero a medida que creces ves que hay muy poca gente que ha salido.

Luego, cuando yo tenía diez años voló Pedro Duque por primera vez y la segunda vez cuando yo tenía catorce. Recuerdo verlo y pensar «si este es el primer español que lo consigue, ¿cómo de difícil es esto?» No lo ves como una opción realista, igual que tampoco voy a ser futbolista. Pues voy a ser ingeniero que está muy bien. Y como me encanta todo lo que vuele, ingeniero aeronáutico. Pero nunca pensé que podría llegar a convertirme en astronauta.

Si recuerdo mirar en 2013 o 2014 alguna vez qué hacía falta para ser astronauta. Pero claro, vi que habían seleccionado gente en el 98 y en 2009 y no había tampoco nada planeado; no es algo que pase todos los años.

Luego lo vi en 2021 cuando sacó la convocatoria la Agencia Espacial Europea, me apunté, sobreviví a los 18 meses de selección, y ahora ya llevo un año de entrenamiento, me acaban de dar las alas, que de momento son las alas de plata, aunque cuando vuele ya serán un poquito más doradas.

Pero bueno, ya estoy dentro del cuerpo de astronautas, así que un pasito más cerca.

¿Cómo de complicado es lo de «negociar» con la familia lo de ser astronauta, pues a fin de cuentas no deja de ser una «profesión de riesgo»? ¿Te ha causado problemas?

No ha sido fácil, aunque sí que me han apoyado siempre.

Pero ha ido cambiando la percepción que ellos tenían. Por ejemplo mi madre al principio estaba muy asustada cuando me apunté y poco a poco ha ido apoyándome más. Pero mi padre fue al revés. Al principio era «ah, sí, apúntate.» Yo creo que no tenía muchas esperanzas y según iba pasando se iba asustando más.

Y ahora están muy orgullosos. Creo que el orgullo un poco compensa ese miedo. Pero bueno, ese miedo va a estar ahí cuando me suba a un cohete así que intento explicarles todo lo que puedo todo lo que va a venir y que sean también conscientes de que hoy en día es mucho más seguro que en los 70. Sigue siendo peligroso y tienen que saber los riesgos que tiene.

Pero es cierto que veces tengo la sensación de que la decisión que he tomado puede ser un poco egoísta. Porque voy a ser el que está disfrutando de eso, el que va a subir al espacio, es un riesgo mío… Pero si las cosas van mal los que van a sufrir son ellos.

Lo he hablado mucho con ellos, de todas formas.

Recuerdo haber leído –y se ha repetido hoy– que esperas ser asignado a una misión de seis meses a la Estación Espacial Internacional. ¿Sigue siendo así?

Sí, el primer objetivo es una misión de seis meses a la Estación Espacial Internacional. Es mucho tiempo a bordo y con muchas cosas que hacer. Tienes que estar muy preparado para incluso hacer algún paseo espacial; hace falta un entrenamiento específico para ella.

¿Alguna idea de para cuándo?

Antes de 2030 vamos a volar los cinco europeos que nos hemos graduado hoy. Pero no sabemos todavía el orden. La primera oportunidad será a partir de 2026.

¿Qué opinas del acuerdo con Axiom y similares que permite que exista una vía rápida para acceder a la EEI, aunque sea a cambio de que sean misiones cortas?

Son misiones con otro objetivo. Son dos semanas y son misiones que se centran exclusivamente, en el caso de las misiones privadas que se hacen a través de la ESA, en experimentos científicos. Da tiempo a formar un astronauta en el uso de Columbus, el laboratorio europeo, pero no en toda la parte de actividades extravehiculares y mantenimiento. Es como una formación reducida. Lo que no quita para que no sean misiones en las que se puede aprovechar bien el tiempo y hacer mucha ciencia, lo que las hace muy interesantes. Son una nueva opción que la ESA está explorando y seguro que va a haber más astronautas europeos que vuelen así.

Sirven para aprovechar al máximo los recursos que da la Estación, aprovechando huecos entre cambios de tripulaciones o momentos en los que no hay que atender una nave de carga; aprovechas un hueco y una oportunidad.

Sirven también para potenciar la parte comercial en la que la NASA está también muy interesada, y también de cara a la creación de estaciones espaciales privadas. Axiom ya está muy avanzada en la fabricación de los módulos de la suya, que al principio serán acoplados a la EEI.

Más allá de estar contento con la creación de la Agencia Espacial Española, como imagino que estás, ¿qué ventajas crees que va a traernos su existencia?

Creo que lo más importante, al menos desde el punto de vista de la ESA, es tener una única voz y un organismo que pueda organizar todas las actividades espaciales que se hacen, algo que anteriormente estaba muy repartido entre distintos ministerios.

Es muy importante de cara a tener una estrategia común y saber hacia dónde queremos ir como país. Y aprovechar esa sensación tan buena que me causa ahora mismo el sector espacial en España: el Miura 5 –casi se me caían las lágrimas viendo como subía el primer Miura 1–; estamos haciendo el LSTM (Land Surface Temperature Monitoring, un satélite del programa Copérnico) que es el primero [del programa] que se está liderando desde España; la misión ARRAKIHS

Hay un montón de start-ups, tenemos también empresas grandes, y tenemos un rango enorme de posibilidades que por fin ya tienen con quien hablar y quién los apoya.

Se va a desarrollar también una ley del espacio española.

Creo que se están haciendo las cosas muy bien, aunque por supuesto esto tiene que venir apoyado de inversión y apoyo político a largo plazo, que es quizás la parte en la que en España vamos un poquito más atrás que el resto. Aunque creo que también veo ese interés en la clase política de invertir en ciencia aunque sea una inversión a largo plazo en la que tardas en ver los resultados.

Es invertir en nuestro futuro: cómo vamos a estar el día de mañana, qué empresas vamos a tener en España, qué trabajos de valor añadido, y cómo nos vamos a posicionar en esta economía del espacio que cada día está creciendo más.

Imagino que para quien lee Microsiervos no hace falta explicarlo mucho pero, ¿por qué crees que es necesario que sigamos enviando personas al espacio?

La exploración está en nuestros genes y la respuesta sencilla es porque podemos y porque vamos a hacerlo y siempre vamos a ir un paso más allá.

Pero lo que estamos aprendiendo es mucho, también sobre nuestro propio cuerpo: cómo reacciona a la microgravedad, cómo nos recuperamos a la vuelta, cómo podemos desarrollar fármacos en microgravedad que es imposible desarrollar aquí en la Tierra, o distintos materiales… Todo eso al final va a revertir en nuestra calidad de vida aquí en la Tierra.

Aunque aparte de eso, ha habido cientos de misiones a la Luna. Tripuladas sólo seis. Y son las únicas que recuerda el gran público. Y si me apuras sólo el Apolo XI. Hay algo de conexión emocional cuando va alguien que no está cuando envías un robot; el factor humano es fundamental para mantener el interés.

Y luego está el que por mucho que haya avanzado la inteligencia artificial aún no hay nada que nos supere a la hora de reaccionar frente a imprevistos. Esa capacidad de adaptación, esa capacidad de tomar decisiones en el momento, esa capacidad de improvisación, de poder solucionar cualquier problema es única todavía al ser humano y puedes hacer mucho más en una misión humana debido a esa capacidad de adaptación que una misión robótica no tiene.

Seguir leyendo: «Una entrevista con Pablo Álvarez, el nuevo astronauta español de la ESA, en el día de su graduación»

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Por @Wicho — 20 de Abril de 2024

Impresión artística de dos astronautas de la NASA sobre la superficie de la Luna – NASA
Impresión artística de dos astronautas de la NASA sobre la superficie de la Luna, algo que a saber cuándo veremos – NASA

No habrá confirmación oficial este año porque tocan elecciones en los Estados Unidos. Pero según cuenta Eric Berger en Ars Technica la NASA está buscando alternativas a un aterrizaje en la Luna para la misión Artemisa III.

Tampoco es que sea la primera vez que se oye hablar de esta posibilidad; ya hablábamos de ello en agosto del año pasado.

Y, de hecho, cuando la NASA anunció en 2019 que el nombre del programa para volver a la Luna era Artemisa y que su objetivo era hacerlo en 2024, ya dijimos que lo tenía muy complicado.

El problema es que para aterrizar en la Luna necesitas una nave con la que hacerlo. Y si pretendes que la tripulación salga a la superficie necesitas trajes espaciales. Y ni la nave, el HLS de SpaceX, ni los trajes, que están fabricando Axiom Space y Collins Aerospace, están listos. Ni, siendo realistas, se puede prever que vayan a estarlo para septiembre de 2026, que es cuando tiene previsto su lanzamiento la misión, al menos según la NASA.

Así que una alternativa es convertir Artemisa III en un acoplamiento en órbita terrestre entre una cápsula Orión y un Starship de SpaceX. Aunque también hay que recordar que la cápsula Orión aún no ha volado tripulada ni está previsto que lo haga antes de septiembre de 2025. Y que el Starship aún no ha conseguido entrar en órbita. Aunque no es descabellado pensar que lo pueda hacer antes de que termine 2024 y que para 2026 SpaceX pueda tener una versión en órbita que incluya un sistema de soporte vital. A fin de cuentas ya tienen el de las Dragon, cuyo funcionamiento está más que probado. Sería una misión muy similar a la Apolo 9 de marzo de 1969.

Esta opción, además, permite a la NASA no utilizar la única etapa superior del cohete SLS que le quedaría capaz de enviar la Orión hacia la Luna después de Artemisa II y guardarla para una eventual misión que sí pueda incluir un aterrizaje en ella. Se supone que a partir de 2028 estarán listas las nuevas etapas superiores del SLS. Pero igual es mucho suponer.


Impresión artística de la estación Gateway con una cápsula Orión atracada a ella en primer plano – NASA

Otra opción sería enviar la Orión de Artemisa III a acoplarse con la estación lunar Gateway pero sin ningún tipo de alunizaje posible. Solo que para esto la estación Gateway tendría que estar operativa y aún no lo está. De hecho no ha sido lanzado ninguno de sus módulos, lo que no está previsto que suceda antes de noviembre de 2025. Pero en este caso tendrían que utilizar la etapa superior del SLS que se iba a utilizar para la primera misión tripulada a la superficie de la luna del programa Artemisa. Y luego esperar a la versión nueva, con lo que habría que esperar al menos hasta 2028 para una hipotética Artemisa IV que pudiera ir a la superficie de la Luna.

Claro que tampoco está claro que si la NASA decide que Artemisa III sea un acoplamiento en órbita terrestre la misión vaya a conservar su nombre. En cualquier caso habrá que ir sacando las palomitas. O pidiendo más.

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Por @Alvy — 20 de Abril de 2024

Este Hopcóptero es un dron que se desplaza a saltos. Lo han desarrollado en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. Originalmente era un cuadricóptero Crazyflie, pero este va equipado con una sola pata, bandas elásticas y una punta de goma. Así que puede volar o saltar.

Entre las ventajas que ofrece es que la batería para saltos le dura unos 50 minutos. Si se usa en el «modo vuelo» entonces no dura más de 6 minutos. La diferencia se debe a que al saltar sólo hay que recuperar la energía perdida por el rozamiento en el impacto. Aparte de eso tiene un récord de salto de altura de hasta 1,63 metros saltando a 2,38 metros por segundo.

El software controla el ángulo en el que la pata telescópica impacta contra el suelo, lo cual hace que se desplace allá a donde se necesita, aunque siempre de forma «aproximada». Una solución interesante que a mi en los vídeos a velocidad ×1 me parece muy satisfactoria; en los ×2 o ×200 es otra película para examinar otros aspectos, pero no tan gráciles.

El cambio de dirección dejándose caer «a saltos» mientras está volando es toda una maravilla. Aparte de eso para el vuelo en exteriores se las han arreglado para montarle unos estabilizadores que le proporcionan bastante estabilidad. Toda una combinación de detalles ingeniosos.

(Vía Tech Explore + New Atlas.)

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